Rizoma
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Gilles
Deleuze-Claire Parnet
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La mayoría
de los libros que citamos son libros que amamos (a aveces, por razones
secretas o perversas). Poco importa que unos sean muy conocidos,
otros poco conocidos y otros olvidados. Sólo quisiéramos
citar con amor. No pretendemos constituir una Suma o reconstituir
una Memoria, sino más bien proceder por olvido y sustracción,
hacer asi un rizoma, hacer máquinas sobre todo desmontables,
formar medios que dejen un momento sobrevivir ora esto, ora aquello:
cuadernos desmenuzables en las sopas. Mejor aún. un libro
funcional, pragmático: escoged
lo que queráis. El libro ha dejado de ser un microcosmos,
a la manera clásica o a la manera europea. El libro no es
una imagen del mundo y menos aún un significante. No es una
bella totalidad orgánica, no es tampoco una unidad de sentido.
Cuando se le pregunta a Michel Foucault qué es para él
un libro, responde: es una caja de herramientas. Proust, que pasa,
sin embargo, por altamente significante, decía que su libro
era como las gafas: ved si os convienen, si percibís gracias
a ellas lo que de otro modo no hubierais pedido percibir; si no,
dejad mi libro, buscad otros que os dirían mejor. Encontrad
trozos de libros, los que os sirven o los que os van. Nosotros no
leemos ni escribimos ya a la antigua usanza. No hay muerte del libro,
sino otra manera de leer. En un libro no hay nada qué comprender,
pero si mucho de qué aprovecharse. Nada a interpretar ni
a significar, pero mucho a experimentar. El libro debe formar máquina
con alguna cosa, debe ser una pequeña herramienta en un exterior.
No representación del mundo, ni mundo como estructura significante.
El libro no es árbol-raíz; es pieza de un rizoma,
planicie de un rizoma para el lector al que conviene. Las combinaciones,
las permutaciones, las utilizaciones no son nunca interiores al
libro, sino que dependen de las conexiones con tal o cual exterior.
Sí, tomad de él lo que queráis. Nosotros no
pretendemos hacer escuela; las sectas, las capillas, las iglesias,
las vanguardias y las retaguardias son aún árboles
que tanto en su elevación como en sus caídas ridiculas
aplastan todo lo que sucede de importancia.
Fragmento
enviado por Román Mazzilli, director de Campo Grupal Argentina.
25/06/2004
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