Millonario
de naufragios
Nací
un diez y ocho de agosto, bajo una fuerte tormenta, en un mes
en que los cipotes se preparan para ir a las "ruedas"
y a estrenar una nueva "mudada" . Mi padre un mecanino
de automóviles , sus brazos eran mas fuertes que la noche,
reia como el mar. Un hombre que conocia los almacenes de recuerdos
y de las bellas estaciones olvidadas. Un conductor de las noches
extraviadas, un hombre que no supo de los ponientes amaestrados
ni conoció el camino de los polos únicos. Finalmente
terminó perdiendo las llaves de lo eterno. Ahora el viento
esta lleno de sus palabras.
Mi
madre una secretaria con una profunda mirada de mariposa , tenia
el cabello negro , hablaba como el nuevo día, era tierna
como la luz.
Fui
el único hijo de la cosecha, el único que comio
sus frondosas espigas .
Cuando
me enfermaba ella bordaba lagrimas desiertas, en plantaciones
de plegarias, las primeras gotas de rocio que bebi fueron de sus
cabellos. De sus gotas de sudor nacieron muchos de mis astros
, de alli mudaron mis pajaros en estrellas. Para esos dulces días
desconocia la ruta de la fatiga . Cuando las cosas se me ponian
difíciles y la aurora se veia inestable y buscaba donde
guarecerme de la lluvia , sus suave pecho siempre me cobijo .
Hasta ahora comprendo la paloma encerrada en sus palabras. Despues
de vagar de noche en noche y de nube en nube he conocido el hueco
en el que quedaron las miradas de los ciegos , he comprendido
que si solo hago una locura por año me volveré cada
dia mas loco. Desde esas épocas ya soñaba que algun
día yo me expresaria en una lengua que no fuera la materna,
desde entonces vengo caminando sobre las rocas de los sueños,
sobre las nubes de la muerte. Aprendi que los puntos cardinales
solo son cuatro: norte y sur, que la utopia es una cosa que nunca
es pero que debiera de ser , que la felicidad es algo que nunca
ha sido y que nunca podrá ser . Aprendi a decir adios pero
siempre me quedo. Ahora soy un hacendado por tener montañas
de suspiros, un millonario de naufragios .
El
que en las noches escucha los martillos de dolor de los enfermos.
El que llora por esos pajaros sin corazon. El ausente en el fondo
de la ausencia.
Dr.
Ernesto Guidos