En
medio de una sociedad atormentada por la guerra, quejidos
desamparados y hambrientos de calor toman espacio la intolerancia
y la agitación social; se hace necesario cuestionar
funciones. Es natural y de común escucha que todo aquel
que promueva cambio social sea mirado como perturbado y sospechoso
por quienes intentan por todos los medios sostener y justificar
a toda costa prácticas corrientes en lo referente a
salud mental. Parecería que se evita tener acceso a
una vida más significativa y que ésta esté
al alcance de todos.
Se enseña y se machacan nociones de intervenciones
terapéuticas que distan de una lectura de la realidad
promoviendo lo que en manuales se dicta. Apoyando y en algunos
sentidos reproduciendo el sistema que enajena y explota, aislándose
de la sociedad en la que vivimos y estableciendo relaciones
asimétricas, distantes y estancas.
No todos están ávidos de advertir los prejuicios
que perpetúa o la opresión que se establece
en nombre de la "liberación". Se prioriza
el análisis de fuerzas intrapersonal pero se deja de
lado las fuerzas que actúan y que en muchos casos controlan
lo vasto de la sociedad en la que se vive. Con el agravante
de que la intervención terapéutica se convierta
en una comodidad y un medio facilitador para el control social.
Este escrito pone énfasis en este sentido sobre esta
cuestión intentando poner una visión que establezca
la diferencia al respecto.
Es lógico, en este sentido y para quien escribe este
artículo, pensar que todos son potenciales pacientes/usuarios;
de esta misma manera todos son terapeutas. Todos tienen acceso
a la acometida a las raíces de la zozobra emocional,
de la emergencia espiritual y con el derecho de solicitar
apoyo a todo quien sienta el llamado a responder; en esto
no hablo de elites profesionales o de iluminados que establecen
categorías basándose en divisiones de raza,
sexo, capacitación de clase, status. Veo unidad en
la diversidad, más suma de soluciones que una solución
unilateral, puntos de sincronicidad que abren puentes a los
sentidos y al descubrimiento de nuevas respuestas a necesidades
concretas articulando lo macro-micro y la mirada que se deja
emocionar ante el descubrimiento.
Las
formas de intervención terapéutica no escapan
a la acción de modelos gradualistas que sostienen y
se hacen voceros del status quo. El espíritu de los
fundadores -Freud, Reich, Jung, Fromm, etc- ha sido extirpado
y catalizado en discursos hegemónicos y hasta alguno
de estos pensadores es dirty word en el ámbito académico,
favoreciendo y propiciando el ajuste, el control social y
la sociedad comercializada, así mismo estigmatizando
toda otra interpretación que salga de los canales acostumbrados.
El
acceso a terapia es un fenómeno de clase, un lujo para
los que están acomodados. El grueso de la sociedad,
la gente común la que no está acomodada no reciben
la posibilidad a tener acceso a terapia antes bien en un movimiento
apresurado les son consignados terapeutas para salir del paso
o en muchos otros casos la admisión al servicio terapéutico
es "parada" en la sala por un profesional y la solución
planteada en la toma de medicamento sin posibilidad al decir
y la escucha; sin socializar.
Este
aspecto se debe tomar en cuenta en relación con la
función que cada terapeuta tiene en esta sociedad.
Encontrar el lugar en una sociedad, con una realidad cabalgando
a cambios vertiginosos, es una tarea que involucra a todos
para poder comprender su función esquizo crítica
en un constante cambio socio político. Exigencia que
reclama que cada acto humano sea una declaración, un
manifiesto ético-estético que reclame no ser
desapegado del contexto social.
Entonces,
también, se torna importante ver y analizar una y otra
vez desde accesos no transitados anteriormente los valores
que cada uno sostiene y establecer prioridades y rutas de
acceso.
Entonces todo movimiento introspectivo tendrá su replique
en lo comunitario marcando el entorno con el perfume de quien
o quienes se descubren actores críticos de la obra
que representan.
Capacitación
El
ecopsycólogo esquizoanalista se plantea su tarea, consulta
e intenta conmover al intelectual a profesionales con la posibilidad
de ser incluidos como agentes de cambio. Invitación
a romper con el pensamiento y la direccionalidad escapista
de los cursos preparatorios de profesionales de la salud que
establecen sistemas jerárquicos, eludiendo el cambio
constante de esta sociedad.
Los
programas curriculares en las distintas escuelas favorecen
la creación de barreras y de artificiales sistemas
entre los diferentes actores: titulares y subalternos, profesionales
y legos; entronizando de esta manera compartimentos estancos
con la ilusión de un falso profesionalismo. Los psiquiatras
carecen de preparación en psicología; los asistentes
sociales desconocen el uso de drogas simples; los psicólogos
no son capacitados en sociología. Y la mayoría
de los profesionales desconocen rutas de acceso al arte, la
ciencia ecológica, política, economía;
historia, matemáticas, biología, materias hoy
imprescindibles para realizar lecturas activas y creativas
de la realidad. En esto señalo la necesidad de reclamar
programas que respeten el activo cambio y la efervescencia
social para así -en el mejor de los casos- acompañar
y propiciar abordajes con dinámicas nuevas que aborden
los obstáculos vivenciados.
La
capacitación abierta, creativa y sensible abre puertas
de acceso a otra forma de encarar los acontecimientos, en
su otro efecto desmitifica su entorno, liberándolo
de la solemnidad y la fría distancia.
Las
formas en que seres humanos nos relacionamos están
en continuo cambio. Se deben examinar los modos que se presentan
incuestionados y la manera en que éstos han influido
a lo largo del desarrollo de la humanidad y de manera especial
cómo hoy influyen en la subjetividad. Liberando espacio
de rigidez y estereotipos a fin de desarrollar potencial humano,
capaz de reconocer el propio potencial en conjugación
con otros.
En
el cambiante flujo también está contemplado
el núcleo familiar, pocas veces cuestionado y tenido
en cuenta a la hora de realizar análisis e intervenciones
capaces de establecer cambios, sino más bien reverenciado
en su acepción de realización en la crianza
e intimidad. Hoy se presentan alternativas a tener en cuenta
y reclaman ser tomadas como elementos para investigar las
cambiantes nociones de género y modos alternativos
de vivir.
En
donde toda práctica terapéutica se establezca
como agente del conformismo predicando el ajuste a la realidad
del discurso hegemónico en una ética deshumanizante,
ésta es un instrumento de opresión. Tal forma
de intervención terapéutica marca a quienes
la sociedad no toleraría. Este escrito en su filosofía
denuncia todo lo que deshumanice y viole a hermanos y hermanas.
En
este aspecto y llegado a este climax, aliento e incito a la
búsqueda de la auto realización y al encuentro
edificante comunitario.
En
esta dinámica por sí sola y de manera vital
se encaran nuevas formas de terapias e intervención.
Acciones que propicien la experiencia grupal y comunal, tanto
y de manera proporcional al crecimiento individual en creativa
dialéctica generando posicionamiento en torno a lo
interno y externo ya no como antagónicos y estancos,
bien como solidarios de esta dinámica liberadora de
lo hegemónico.
Concierne
a todos en general y a cada uno en particular el medio social
en el que vivimos y desarrollamos las capacidades, su efecto
y bienestar psicosocial. Por lo tanto no eludo acontecimientos
que intentan establecer modelos de control institucional,
gubernamental y globalizando el uso indiscriminado de tecnología
que viola la Pacha y sus recursos naturales, usurpando por
medio de la frivolidad en revistas de tiraje masivo, noticieros,
publicidad, la desenfrenada devoción a mitos culturales
caducos atentando de manera terrorista la subjetividad.
De
la misma manera que por medio del uso indiscriminado de la
tecnología que exprime la ordeñada llevándose
recursos no renovables, se es asaltado y tironeado el sentido
de humanidad con los medios de comunicación masivo,
excitando el consumo y reduciendo a la persona a un objeto.
La acumulación de objetos y riqueza se torna la medida
del éxito; no el bienestar individual, comunitario
y del mundo.
Muchos
de los llamados enfermos mentales son traumatizados por esta
sociedad. Si bien no sostengo que todo sufrimiento mental
sea causado por la sociedad en este extremo, tengo presente
las raíces sociales y políticas del mismo. Estas
raíces ya no se pueden ignorar, están levantando
los pisos y merecen esquizo función crítica.
wamani