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Diego Pereira. Médico genetista. Colombia.

 

—Codetta—.

Intervalos y modulación de las series

«Una sucesión de instantes no hace el tiempo sino que lo deshace. Marca tan solo el punto de su nacimiento, siempre abortado. El tiempo no se constituye más que en la síntesis originaria que apunta a la repetición de los instantes. Esta síntesis contrae los instantes sucesivos independientes los unos de los otros».

—Gilles Deleuze—

Series: intervalos en biología del desarrollo

 

Para producir un ser humano modular con órganos y tejidos diferenciados y especializados, el huevo fertilizado —o una célula de potencia similar—, lleva a cabo una gran cantidad de movimientos, transformaciones y actualizaciones, que en conjunto dan lugar a los más de 250 tipos celulares reconocidos y a los billones de células que componen el organismo. Los conceptos de proliferación, migración, estructuración, transpotenciación, diferenciación, especialización y apoptosis, describen brevemente y de manera lineal, los acontecimientos celulares que suceden durante el desarrollo orgánico de un ser multicelular. Esta división de la actividad celular, resulta académicamente conveniente, pues permite agrupar en series los eventos moleculares, según las cantidades fundamentales espacio y tiempo. Si se trazan meridianos y paralelos sobre la superficie celular, las moléculas quedan agrupadas en zonas que pueden ser ubicadas según coordenadas celudésicas angulares y rectangulares. Gracias a estos delineamientos cartográficos, los cambios de composición observados entre zonas y entre series de tiempo, nos hablan de adquisición o carencia, exceso o defecto, presencia o ausencia, aumento o disminución de cierta magnitud, desde una perspectiva escalar. De estas zonas emergen ahora polos, ejes y zonas mayores de actividad singular. Pero si además calculamos los desplazamientos, velocidades y aceleraciones de los acontecimientos observados entre zonas y entre series de tiempo, descubrimos las trayectorias, direcciones y sentidos que siguen los cambios escalares desde una perspectiva vectorial. Sin embargo, aún no hay movimiento.

«¿Cómo? ¿No estaba ya perfecto el mundo hace un instante, redondo y maduro? ¡Oh, redondo aro de oro!»[1]

Para representar el movimiento, el científico deviene caricaturista: ordena las series en cuadros según las cantidades fundamentales espacio y tiempo; luego los observa–modela a una velocidad relativa logrando cierta visibilidad de lo invisible, aparentemente transgrediendo lo aparente y desenmascarando lo inaparente. Así, ante nuestros ojos emerge un robusto pilar de modelos, una base sólida sobre la que es factible empezar a desentrañar los movimientos ocurridos en los cuerpos. Sin embargo, el movimiento interpretado corre el riesgo de proyectar en el espíritu que contempla, ya un movimiento trastornado, desnaturalizado, incapaz de llegar al acto, bien un movimiento prestado, derivado, análogo, conceptualizado. ¡Corporeidad trascendente!. «… también aquí, se corre el riesgo de considerar como diferencia de grado lo que difiere por naturaleza»[2].

Por eso, algo importante de las distribuciones y relaciones obtenidas a partir de la relatividad posicional, de la variabilidad conformacional y de la dinámica estocástica-caótica, es que permiten contar historias completamente disimétricas y disincrónicas de una multiplicidad de acontecimientos, de una heterogeneidad de series, de una pluralidad de valores propios de implicación, que se desarrollan simultáneamente en centros de envolvimiento en vías de explicación. Como dice Polanyi: «... los hechos son incontrovertibles... sin significado. No contienen narrativa. La ciencia, por el contrario, cuenta una historia...”[3].

En cuanto a las series, son una ilusión funcional, un medio de subordinar las observaciones a las exigencias de la representación bajo una misma dualidad: sujeto y objeto, significante y significado, descubrimiento y justificación. Por eso su homogeneidad aparente subsume una heterogeneidad desfasada. En efecto, desde las más fundamentales espacio y tiempo, las series se referencian una a la otra, siendo sus posiciones y velocidades relativas, distintas pero relacionadas, sin punto fijo pero convergentes, concéntricas pero divergentes, repetitivas pero diferentes. Por consiguiente, la importancia de las series radica en el descentramiento, en la transformación, en el deslizamiento de una sobre otra, no solamente en el fenómeno en que se encuadra la estructura referente. En palabras de Deleuze: «Se concluye... que no hay estructuras sin series, sin relaciones entre términos de cada serie, sin puntos singulares correspondientes a estas relaciones; pero sobre todo, que no hay estructura sin casilla vacía, que hace que todo funcione».[4]

 


[1] Cf. Nietzsche, Also Sprach Zarathustra, libro IV, Al Mediodía.

[2] Cf. Deleuze, Différence et répétition (trad. Amorrortu, pag 24).

[3] Cf. Polanyi. On Being a Scientist: A personal View. The Official Web Site of The Nobel Foundation. 2001.

[4] Cf. Deleuze. Lógica del Sentido. Octava Serie, De la Estructura

 

 

 

 

 

 

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