José
De ninguna manera podía oír
lo que el maestro decía. Esa noche con sus amigos
había dormido en lo de "el Gavilán",
un extraño hombre que les conseguía comida
y les daba un lugar donde dormir. El postre siempre era
pegamento. De ahí salían a "hacer la
noche" hasta las 4 de la mañana. De lo que sacaban
el Gavilán les daba algo .¿Cómo se
había metido en ésto? No lo entendía,
pero ahí estaba. Quizás fue aquel día
de lluvia que peleó con el amigo de su madre. Le
había querido sacar el sueldo que ganaba con las
propinas en el supermercado, acompañando a las personas
a llevar los carros hasta el auto y colaborando con el arreglo
de los mismos en su lugar. No era mucho, pero para su comida
y algún cuaderno le alcanzaba.
Después de unas cuantas golpizas no
dormía en su casa, salía de noche y deambulaba
por las calles. A veces quedaba dormido en una entrada de
apartamentos o en algún rincón donde el viento
no hiciera sentir mucho el frío. Ahí, en las
calles conoció al Tato, un moreno mayor que él
que lo escuchaba y lo entendía. El Tato le enseñó
la otra escuela y fue aprendiendo. Claro, los encontraba
alrededor de las 6 de la tarde porque no dejaba de ir a
la escuela.
Muchas veces habló con el maestro y
le contó algo. Llamaron de la escuela a su madre.
Ella nunca acudió más que el primer día.
La comida caliente para el muchacho era segura. Y además
ella recibía una indemnización por mandarlo
a la escuela.
José tenía 11 años pero
estaba en 4to.Si bien tenía una conducta que dejaba
mucho que desear, el muchacho iba aprendiendo y era controlable
y bueno.
Pero ese día no podía oír
al maestro. Sus pensamientos estaban en otro lado. En la
noche con el Tato, el Gavilán y otros se habían
enfrentado a los guardias en un atraco a una panadería.
A la hora de cerrar cuando la caja se estaba por hacer,
entraron drogados y armados. El Gavilán les había
dicho que ese atraco era una "papa"; que las muchachas
que estaban eran unos flanes y que los revólveres
eran para intimidar y nada más.
Cuando vieron a los policías que por
casualidad pasaban por el lugar se pusieron muy nerviosos.
No pensaban bien, esa noche hasta porros tuvieron de postre.
Con el miedo y la confusión solo las palabras del
Gavilán sonaban en sus oídos - Defiéndanse
carajo y rajen separados- José miró al hombre
uniformado, ni se percató que le dio la voz de alto.
Solo vio el arma que tenía en la mano, entonces tiró
del gatillo. Salió corriendo hacia la esquina. Para
saber si lo seguían miró hacia atrás
y lo vio caído.
Pasó por un boliche abierto y entró
al baño; un dolor fuerte de estómago lo doblaba.
El Gavilán le había contado
muchas de esas historias, de casos parecidos pero para el
era el primero.
A la salida de la escuela un auto policial
estaba parado. El maestro y la directora hablaban con un
oficial.
El maestro lo miró. Pasó la mano por su cabeza
despeinada, lo tomó del hombro y con lágrimas
en los ojos le dijo - Mírame, estas cosas son las
que no te enseñamos acá ¿Qué
pretendes hacer de tu vida José?
José no contestó. Quizás
porque había preguntas que él había
hecho muchas veces y nadie las había contestado.
Alba Marina Riverón
Inédito