Nunca deseo algo solo, deseo más bien, tampoco deseo un conjunto, deseo en un conjunto. Podemos volver, sobre los hechos, a lo que decíamos hace poco sobre el alcohol, beber. Beber nunca quiere decir deseo beber y ya está.
El autor discierne tres “imágenes del deseo”: la del discurso “lego y cotidiano”, la del sujeto “faltoso” que tematizó el psicoanálisis y otra donde el deseo “no es propio de los sujetos” sino “una realidad virtual” que “produce, incesantemente, nuevas realidades”. Y “a este deseo-producción no le falta nada”.
En su intervención, Saidón analiza la práctica clínica grupal en Argentina, donde encontró un interesante desarrollo gracias al protagonismo de Enrique Pichon Riviere, que ligó desde el comienzo el psicoanálisis a una instancia comunitaria. Los grupos que parten de esa formación en psicología social, junto con la escuela de psicodrama latinoamericana, protagonizaron la ruptura con las sociedades psicoanalíticas oficiales.